martes, 1 de julio de 2014

Descorchando ganas de comerse el mundo

Descorcha champán, porque sí, porque toda herida merece una buena bienvenida aunque en el fondo -y no tan hondo- duela.
Poco a poco se va quitando la ropa mientras la bañera se va llenando a la vez que crece la espuma de esas sales que ha comprado en la tienda que hay a la vuelta de la esquina, aunque ese olor le traiga recuerdos que escuezan todavía.
Se mete en su Atlántico particular. Busca a Lana del Rey y toda su discografía en el reproductor para intentar evadirse del mundo por un tiempo, aunque no está muy segura de si lo conseguirá. Al lado ha dejado papel, boli y el maldito móvil con el wifi conectado y el whatsapp activado.
Durante la media hora que pasa dentro del agua, le pasan miles de cosas e ideas estúpidas, o quizás no tanto, por la cabeza.
Y a si misma se dice: "menos mal que mi conciencia le tiene más aprecio a mi vida que yo"
Porque sí, durante esa media hora ha querido escribir una  carta a quien no la merecía, empezar a mandar mensajes de whatsapp que pedían a la vez una explicación y una segunda oportunidad que no hubieran tenido mucho futuro. Incluso se ha atrevido a bucear en su Atlántico sin tener intención de salir con la convicción de que ya nada más podría sorprenderla ni ayudarla a sobrevivir.
Pero, en el momento más crítico, ha aparecido su conciencia junto con la sabiduría para decirle que hay muchos peces en el mar. Y con una inspiración forzada y la boca abierta, ha emergido a la superficie con unas pocas ganas más de volver a comerse el mundo.

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