sábado, 20 de abril de 2013

Los ojos son el espejo del alma

- Te quiero.
Fue lo último que le dijo, lo que significaba que todo había llegado a su fin. Quizás porque era el momento, quizás porque no llegaría a buen puerto o porque se había apagado la llama. Él lo sabía, sabía que la perdería, pero era necesario, no quería que ella sufriese por su culpa. Por orgullo de hombre intentó ser fuerte, pero no pudo evitarlo, las lágrimas comenzaron a brotarle de los ojos a la vez que una media sonrisa amarga recordaba todos y cada uno de los instantes que había disfrutado de ella, de sus cálidos abrazos, de sus dulces labios. A la vez que las lágrimas resbalaban poco a poco por sus mejillas comezó a pensar que le faltaban cosas, momentos que compartir, llegó a pensar que había tomado una mala decisión, que a lo mejor se había precipitado. Más de una vez, mientras dejaba atrás a aquella maravillosa chica de la que quizás seguía enamorado, quiso volver, empezar a correr hasta alcanzarla para decirle que no, que todo estaba equivocado y que le era imposible vivir sin ella. Ahora que dejaba todo aquello atrás tenía miedo de sentirse solo, de no saber como reaccionar. A veces sentía que el mundo dejaba de girar, que todo dejaba de tener sentido. Era el precio que él pensó debía pagar por verla realmente feliz, un precio que quizás podría haber evitado si hubiera mirado a través de sus ojos y hubiese descubierto los secretos que encerraba y que ella deseaba que el comprendiese.