domingo, 31 de mayo de 2015

A golpe de lluvia en el cristal

Carretera y manta, rumbo a cualquier parte.
Llueve.
Apoyando la cabeza sobre la ventana y sin nada más que los auriculares y música acorde con el día gris y las nubes llorosas, comienzas a observar esas gotas de lluvia que se van deslizando por el cristal. Unas más deprisa, otras no tanto. Algunas se unen y llegan juntas hasta la otra punta de la ventana, al final del camino. Otras, sin embargo, caminan solas pero decididas, o van como cometas en día de viento. Se unen, pero el viento y los 120 km/h que marca la autopista, las separa... ¿decisiones quizás?

Luego están aquellas que llevan luz dentro,  un rayo de sol que se cuela en su interior y las hace brillar con luz propia. Esas gotas son como las personas con alma, que llegan despacito y sin llamar la atención, como quien entra por la puerta de atrás para no molestar. No pretenden unirse a nadie, pero esa luz invisible a muchos, va calando poco a poco en las personas que están a su alrededor, personas que necesitarán tenerlas en su vida.

Y es que muchas veces, hay personas que brillan con luz propia, que cuando no sabes que camino escoger, emiten un leve destello que marca tu destino.

Todos somos lluvia, solo hay que averiguar si escondemos ese rayo de sol en nuestro interior, saber que podemos brillar.


"Hay que latir fuerte para que el mundo sepa que existes" Albert Espinosa