jueves, 21 de febrero de 2013

Siempre es un si que no acaba nunca.

Hoy en día la gente dice "para siempre" con mucha ligereza, sin ni siquiera pararse a pensar que quizás esas palabras indican un significado mucho mayor del que creen.
Piensan que es algo que se puede decir sin pensar, como quien dice cada mañana "Buenos días", pobres ignorantes, cuanto se equivocan.
Una vez que que esas dos palabras salen de nosotros, nos atamos más a nosotros mismos a esa expresión que a la persona a quien queremos decírselo. Una vez dichas, nos las empezamos a creer y ya no vemos otra posibilidad, otra manera de vivir diferente, y por lo tanto, si en algún momento algo destruye el pacto del "para siempre" nos derrumbamos aun más, la hostia que te das aun es peor.
Eso no quiere decir que a mi no me guste esa palabra, al contrario, seguramente me encante. Pero por eso mismo, al tenerle tanto respeto y aprecio, creo que hay que estar muy seguro de firmar ese contrato, el que nos une a un "siempre", porque es un sí que no termina nunca. Y a veces no nos damos cuenta de que a lo mejor a quien se lo decimos le hagamos mucho más daño si en algún momento se separan los caminos.
Pero como imperfectos que somos, cometemos errores. Por eso cuando lo decimos sin pensar y nos sale mal, nos ayuda a entender que los "para siempre" hay que guardarlos para lo que realmente merece la pena.