jueves, 19 de febrero de 2015

Volar es una forma bonita de huir

Escribe sentimientos en los muros
con la esperanza de que la abadonen
cuando la lluvia arrastre la pintura.
Escupe palabras en trozos de papel,
se enciende el cigarro y los quema,
recuperando el aliento solo cuando las libera.

Besa canciones, y también deja que ellas le besen el alma
hay muchas maneras de no sentirse sola.
Compra flores sueltas,
liberándolas de los lazos que las ahogan.

Ella, indomable,
defensora de los espíritus libres, de las almas salvajes.
Admiradora de la capacidad de volar,
esa sútil forma de huir que tienen los pájaros,
enmascarando el miedo a los cambios con el moviento de las alas.
Admiradora de los peces,
animales que se mueven sin rumbo
Como le gustaría llegar a dónde fuera que llegase la corriente, sin importar el tiempo ni el lugar.

Ella, que se siente atada como aquellos ramos de flores,
que desearía volar para escupir sus palabras desde las alturas,
que cayeran como dardos y doliesen de verdad.
Sin rumbo y sin destino, con un camino invisible pero fijo,
en el que se ve deseando unas alas fuertes
cada vez que una lluvia de perséfidas
cruza la noche oscura.

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