domingo, 27 de abril de 2014

La imperfección también es bonita

No es rubia, no tiene ojos claros, no tiene el mejor físico, no suele llamar la atención y hay aspectos de su personalidad que te irritan. No sabes ni cómo ni por qué, pero te ha calado hondo y no puedes sacártela de la cabeza. Y tú, cabeza hueca, que siempre has asociado la belleza y la perfección que buscabas en otro prototipo, te encuentras de pronto con que esa sonrisa torcida, esos ojos tan comunes, esa risa tan extraña y escandalosa, esos cambios de humor y esa manera tan diferente a la tuya de ver la vida, se han convertido para ti en las imperfecciones con las que nunca te has encontrado.
Te empeñaste en buscar la perfección en un estereotipo fijo sin darte cuenta que la imperfección es otra de las cualidades que hacen especial a su manera. Porque no será la típica chica que se lleva a todos los tíos de calle, tan sencilla de entender como esperabas ni te pone las cosas tan fáciles como te gustaría. Pero a ti, que creias conocerte a ti mismo, te ha roto los esquemas, te ha desordenado todo, como si de pronto alguien hubiera entrado a tu cuarto y lo hubiera destrozado todo sin venir a cuento.
Y es que, por mucho que lo neguemos, tenemos esa manía de seguir una línea fija sin atrevernos a salirnos del camino.
Tendemos a seguir el sendero fácil por el que todo el mundo va porque pensamos que es el más correcto sin darnos cuenta que, a veces, hay que detenerse y descubrir que la imperfección de un camino secundario puede darnos más felicidad por el simple hecho de que es más perfecto a nuestro parecer aunque a los ojos de los demás sea una aunténtica locura.

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