viernes, 29 de marzo de 2013

Todo parece sencillo hasta que se complica. Todo parece estar en calma hasta que, de pronto, sin saber cómo ni por qué, tu cabeza se convierte en un torbellino que te deja hecha trizas, que te paraliza durante y unos días en los que no te encuentras ni a ti mismo.
Cuando todo se revuelve, te deja confundido y, en las mayoría de los casos te ataca al corazón, sintiendo entonces un vacío que creías extinguido, que creías haber abandonado hacía mucho en el fondo de un cajón. Vuelven entonces sensaciones que creías olvidadas, te duele el pecho y tu cabeza está a kilómetros de distancia; todo pierde sentido e importancia y no ves la forma de arreglarlo, de resetear y comenzar por enésima vez de cero. Nos encerramos tanto en nosotros mismos que no nos vemos capaces de pedir ayuda a nadie por no saber explicar lo que nos pasa. El bucle se hace más y más grande cada vez y te sientes indefenso, perdido en un mar de dudas, en un mar de sentimientos y sensaciones que no esperabas. Se pierde la confianza en uno mismo y nos encontramos perdidos entre la gente y en un mundo que de pronto parece perder forma y sentido.
Intentas comprender el por qué de lo que te pasa, intentas comprender lo que pasa por tu cabeza, quieres comprenderte a ti mismo , porque sabes perfectamente que solo tú eres capaz de salir del agujero en el que te has visto metido sin aviso. Sin embargo, muchas veces preferimos dejarnos llevar, estamos a merced de nuestra cabeza o nuestro corazón, esperando a que todo pase, pues nos aferramos a un muy repetido "Después de la tormenta llega la calma" aun sin saber a ciencia cierta si esa salida es posible para nosotros.

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